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Crónica Del Pregón De La Semana Santa De Ciudad Real

Cofradias - Crónica Del Pregón De La Semana Santa De Ciudad Real

Tomás Robledo se enfrentó a la soledad del atril de la mano de un amigo. Cipriano Arteche, decano del Colegio de Abogados de Ciudad Real, cerró la presentación del pregonero de la Semana Santa ciudadrealeña con unos versos en los que ofrecía aliento a Robledo para atacar la soledad. «Hermano Mayor, costalero, nazareno, penitente y capataz, no se me ocurre mejor trayectoria para el encargado de pregonar nuestra Semana Santa», dijo Arteche, que recibió con un abrazo a su compañero «de colegio, de patio, de calle y de portal». El recuerdo del decano de Colegio de Abogados fue el prólogo exquisito para un pregón cargado de vivencias.

Robledo inició su intervención aludiendo a la responsabilidad que suponía pregonar una Semana Santa «resultado de la labor de miles de ciudadrealeños, ahora anónimos, que han hecho de estos días nuestra semana grande», aseguró. Tras el agradecimiento a las autoridades, entre las que se encontraban el presidente de la Diputación y las alcaldesas de Ciudad Real y Puertollano, el pregonero se lanzó a un encargo que salpicó de vivencias y momentos de la Semana Santa ciudadrealeña. «El primer recuerdo de mi participación en las cofradías se retrotrae al año 1961 o 1962, con cinco o seis años, como nazareno de Longinos».

Tras un repaso por los espacios que le ofrece la memoria al pensar en la semana de pasión, Tomás Robledo relató con anécdotas el devenir de la Semana Santa ciudadrealeña, desde el Domingo de Ramos «en el que las abuelas te recordarán que 'el que no estrena no tiene ni pies ni manos', y en familia iremos al Prado», hasta el Domingo de Resurrección, «el triunfo, la victoria que da sentido a todo lo que hemos vivido. Jesús resucita de entre los muertos y nos dice que ha padecido, que ha muerto pero que ha resucitado por todos nosotros, para el perdón de nuestros pecados». En el camino de la semana grande, Robledo hizo referencia a todos los desfiles procesionales y a todas las hermandades, salpicando de versos y versículos para conmover al auditorio.

«A lo largo de esta narración he intentado mostrarles cómo la iconografía de nuestra Semana Santa recoge, de forma auténtica, la Pasión de Jesús», inició el final de su pregón Tomás Robledo, que aseguró que de esta forma las hermandades «damos cumplido a una de nuestras misiones: efectuar una auténtica catequesis cristiana, nuestra catequesis cofradiera, una enseñanza a través de las imágenes de la historia evangélica». Para el cierre, el epílogo. «Queridos cofrades, tenemos el enorme privilegio de representar en nuestra amada Semana Santa el triunfo de la cruz. La salvación del mundo y el perdón de nuestros pecados, ése es el todo, ése es nuestro sencillo mensaje al pueblo de Ciudad Real», finalizó el pregonero, en una alocución en la que tuvieron un especial protagonismo sus padres, Parmenio y María Luisa.

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